Verónica es escritora, investigadora, docente, performer y periodista. Reuniendo todos estos saberes académicos y laborales, en el 2011 comenzó a hacer visitas guiadas en cementerios a través de un personaje de ficción creado por ella misma: Funebria. Desde entonces, organiza estos recorridos patrimoniales por distintos cementerios del país y del exterior.
Nació en la Ciudad de Buenos Aires pero desde 1992 vive en Dolores, provincia de Buenos Aires. Multifacética en su formación, Verónica es postgraduada en Sociología y Ciencia Política (FLACSO); cuenta con un Diploma en Gestión Cultural, Turismo y Patrimonio (Fundación Ortega y Gasset Argentina). Coordina un taller de radio para adolescentes en el Polimodal. Colabora con el suplemento cultural del diario La Capital de Mar del Plata y ha escrito numerosos artículos para medios locales y zonales.
Cuando se caracteriza como Funebria, en las visitas guiadas en cementerios, logra coordinar todos sus conocimientos y los pone al servicio de contar historias de nuestra propia memoria. La premisa de estos originales recorridos guiados es que las tumbas que se visitan sean de 100 años para atrás. “Donde no haya gente que los llore, que sea un visita patrimonial de manera de no interferir con el dolor de los demás, del cual soy muy respetuosa”, aclara Verónica, quien ya realizó visitas en los cementerios de Rosario, Dolores, San Juan, así como recorridos audiovisuales o quietos fuera de los cementerios pero con la misma temática en los museos Libres del Sur de Dolores y MAMBA (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires). Y en el 2018 llegó a México, cuando realizó un recorrido en un Congreso de Tanatología en el Hospital de la Mujer.
El acercamiento a las historias y el valor patrimonial de los cementerios se inició a través de investigaciones académicas y del estudio del patrimonio cultural vinculado a la muerte y a los ritos funerarios. En el 2008, Verónica se enteró de que existía una Red Iberoamericana de Cementerios Patrimoniales, de la que hoy forma parte. Sus trabajos fueron presentados en Colombia, Uruguay y Brasil en encuentros sobre el tema. En el año 2012, junto a Agustina Padula, publicó el libro Sueños de trascendencia profana: De la monumentalidad a las cenizas. Una reflexión a partir del caso del cementerio de Dolores, por la Editorial Académica Española.
¿Cómo surge tu interés por los cementerios?
A mí me interesan las memorias, trabajo sobre la investigación y la búsqueda del sentido, esa es mi búsqueda académica, y trabajo la cuestión del patrimonio funerario y de la muerte. Una vez escuché que ‘no hay muerte más cercana que la ajena’, y yo creo en eso, para mí los cementerios son lugares para los vivos, entonces las formas en que nos pensamos para la posteridad son maravillosas, hasta en el lugar más pequeño investigo las representaciones que tenemos para ver cómo queremos ser recordados, porque no nos bancamos el olvido.
¿Cómo surge el personaje de Funebria?
En el 2011 vinieron a Dolores un grupo de mujeres artistas independientes y me llamaron para hacer una visita guiada, y como eran todas artistas me maquillé y me puse un nombre –Funebria-, y así las sorprendí a la hora de hacer el recorrido. Nació de forma espontánea.
La idea de Funebria es que articule mi trayectoria académica con esto que me gusta de venir del periodismo, de la radio y de la comunicación, y me gusta mucho contar historias que escucho. Y, a partir de contar, siempre hay alguien que tiene algo más para decir, y empezó a crecer este diálogo de relatos, porque todos fuimos importantes al menos un poco para alguien, entonces desde ese punto aparecen un montón de historias. Funebria es subalterna, va por fuera de los cementerios, por los pequeños pueblos, recopila historias que son periféricas. Los relatos hermosos que hemos recopilado, los grabamos y vamos hacer un archivo de historia oral de los cementerios.
¿Cómo preparás las visitas?
Generalmente vamos unos días antes de la caminata y hablamos con los trabajadores del cementerio, hago todo un relevamiento histórico y a partir de ello construyo el guión. Por más que el cementerio sea pequeño hay miles de historias, entonces encuentro un hilo conductor que aglutina de 4 a 6 tumbas y ya con eso hago dos horas de visita guiada.
¿Qué historia te gustaría destacar de las contadas hasta ahora?
En Dolores hay una historia sobre una mujer: Berta Smith. Era húngara, se suicida en 1881 después de una relación amorosa muy tórrida, el que había sido su pareja se va a vivir a La Plata y le deja un monumento funerario, una tumba muy lujosa en el sector más poderoso del cementerio, que tiene una lápida muy extraña que dice: “Si al posar tu mirada en esta tumba buscas al ser cuyas cenizas guarda, no te detengas, seguid, conociste la materia, el alma nunca”. Está en un lugar del cementerio que no es el más visitado porque es el más viejo pero el de los monumentos funerarios más opulentos y se transformó en devoción popular, las chicas jóvenes se esconden detrás de la lápida y le dejan un exvoto: una colita de pelo, una flor de plástico, y le escriben: ‘Berta ayudame con fulano…’. Así, por cuestiones de amor y desamor, ha obtenido la devoción popular.
¿Qué cambios observaste a través del tiempo en la costumbre de honrar a nuestros muertos?
En México nos dijeron: “Ustedes los argentinos son unos ingratos, olvidan a sus muertos en el cementerio, nosotros los traemos”. En este sentido, pertenecer a la Red Iberoamericana de Cementerios me hizo ver que eso nos pasa a nosotros en Buenos Aires o en la provincia de Buenos Aires, pero la Argentina es tan diversa… Por ejemplo, en el norte se relacionan algunas prácticas funerarias con lo que pasa en las culturas mesoamericanas, comen galletitas, como el pan de muerto en México o en Ecuador que hacen las guaguas (figuras de pan dulce) para representar que el día de los muertos es un día de celebración.
En un congreso, hace varios años, una investigadora brasileña que estaba investigando la cuestión de Facebook y las lápidas decía: ´Si dejamos los mensajes funerarios del recuerdo a nuestros muertos a Facebook, los historiadores qué vamos hacer´. Va a desaparecer la materialidad de los cementerios, incluso en los cementerios privados se tiende a que todo sea uniforme, entonces si se respeta la representación simbólica de la muerte de acuerdo a los criterios estéticos del cementerio privado la diferenciación que enriquece a los cementerios no va a estar más. Todas estas transformaciones en torno de la muerte son muy apasionantes porque nos están hablando de las transformaciones de los vivos, es cómo vemos y entendemos nosotros la muerte y la memoria.
¿Por qué crees necesario hacer visible estas cuestiones a través de tu labor como guía?
Porque en nuestra sociedad estamos muy asustados con respecto a la muerte, al deterioro, es algo de lo que no queremos hablar y de pronto la pandemia nos puso de cara con la intemperie, y es una manera de exorcizar el miedo que le tenemos a todo ello.
¿Cómo lidias con estar en un lugar que puede despertar fuertes emociones en los participantes?
Siempre con mucho respeto, porque la vida y la muerte nos interpelan siempre, pero desde la emoción y desde el afecto del humano, que es lo que acompaña a Funebria, los relatos que nos hermanan, porque en definitiva es lo que somos, no somos más que las narrativas en las que estamos inscriptos, somos relatos, y en ellos nos hermanamos, nos escuchamos, nos aplaudimos, si pinta nos abrazamos y nos celebramos como celebramos la vida y la muerte, y nos vamos.
¿Qué creés que lleva a tu público a ese tipo de visita guiada?
Los que no saben creen que se van a encontrar con una bruja pero después se sorprenden porque se encuentran con una profe que cuenta la historia de sus propios lugares. La gente viene a ver de qué se trata, porque la verdad es algo muy inédito lo que hago.