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Nilda Galván -

Encargada de carnicería

destacada Nilda Galván
"Siempre trabajé con mucha disciplina"

Nilda es encargada de carnicería en una importante cadena de supermercados. Se inició en ese sector a los 18 años. Hoy, con 63, cuenta con una increíble experiencia que supo adaptar a los cambios en el rubro y sigue trabajando con alegría, fuerza y pasión. 

Nilda es tucumana y vino a vivir a Buenos Aires desde muy chica. A los 18 años le tocó ir a trabajar, se presentó en la cadena de supermercados en la que hoy se desempeña, donde la única vacante disponible estaba en el sector carnicería. En esa época se despostaban las medias reses (descuartizar una res con el objetivo de vender las partes por separado) en los frigoríficos de cada local de la cadena. 

Nilda aprendió rápido en un mundo totalmente masculino y, al año, ya era encargada del sector. Hoy podría estar jubilada, pero no se imagina en esa condición aun, así que llegó a un nuevo contrato con la empresa: su horario es de 6 a 11 de la mañana, y como vive en Merlo, provincia de Buenos Aires, se despierta muy temprano para llegar en hora a la sucursal de Flores donde trabaja actualmente. 

Con tantos años de trayectoria, Nilda cuenta que pasó por distintas gestiones, dueños y gerentes, ha visto grandes cambios y se ha adaptado a todos ellos. La tarea, quizás más dura, que era despostar en los locales, se dejó de hacer hace rato. Ahora hacen los pedidos por canastos que llegan al frigorífico con los principales cortes de carne ya realizados y envasados en bandejas. Sin embargo, las responsabilidades de Nilda como encargada son muchas y variadas: es la responsable de hacer los pedidos, de la exhibición en góndola, de la reposición, de marcar tendencia, de los ajustes y de la devolución de lo que no se vende. También debe responder a las auditorías y al rendimiento del sector. “Todo pasa por mi cabeza, incluso qué se va a poner en oferta”, señala Nilda, que soporta sin problema los 2 grados bajo cero de la cámara frigorífica tanto en verano como en invierno.

Nilda cuenta que con los empleados de su sector trabajan a la par: ”Intentamos que el trabajo sea parejo”, y eso hace que la respeten y colaboren. Hoy, lo más arduo en cuanto a tareas es la llegada del camión con los pollos, son muchas cajas por ordenar, así como baldear a diario el frigorífico, limpiar las góndolas y realizar los cortes de cerdo con la sierra y trozar el pollo.  

¿Cómo era la tarea en la carnicería en los primeros años de su trabajo?

Cuando entré acá, en la carnicería se despostaba, trabajábamos con los cortadores. Cuando me propusieron ser encargada del sector carne, acepté con miedo, ya que tomo todo con mucha fuerza y si algo me ofrecen lo quiero hacer bien. Estuve encargada de carnicería muchos años y luego hacía supervisión de los locales, que en ese momento eran pocos, y los recorría en colectivo. Iba a Adrogué, a Lomas de Zamora, al centro. Cuando fui mamá, precisaba acortar el horario, así que volví de encargada de carnicería en diferentes locales. También durante muchos años fui formadora e instructora de encargados del sector carne.

¿Cómo fue trabajar en un sector donde todos eran varones?

Casi siempre fui la única mujer en el sector carnicería, en una momento éramos 13 y solo dos mujeres, pero siempre tuve la cintura para marcar la diferencia y la distancia con los muchachos, más que nada marcando la disciplina de tu vida, y respetándolos mucho. Eran bravos los cortadores, hombres, un rubro fuerte, pero siempre mantuve distancia, seriedad y conducta, y no fue difícil. Así trabajé mucho tiempo y fui formando a muchos compañeros hasta que se inauguró la planta de carne que está en Ezeiza y desaparecieron los cortadores, se recibe todo preparado y embandejado para exhibir a la venta; lo que se hace ahora en el local es trozar pollo y cortar cerdo con la sierra.

¿Cómo aprendiste a despostar?

Yo miraba cómo trabajaban los despostadores, que eran musculosos y fortachones, y fui aprendiendo. Yo tenía que saber bien el oficio, aunque fuera la encargada, porque de ellos dependía el rendimiento del sector, si ellos hacían mal los cortes después me tiraban de la oreja a mí. 

¿Tuviste miedo de lastimarte alguna vez?

Gracias a Dios en tantos años nunca me lastimé, siempre fui muy cuidadosa, cada trabajo que emprendo lo hago con mucho cuidado y temor porque digo: “esto lo tengo que hacer bien”. Me cuido mucho, fui una persona sana, nunca fui de faltar, por eso cuando fue la pandemia y casi un año sin trabajar me sentía rara. Ahora corto con la sierra y a veces te llevas un susto si salta algo, pero siempre prioricé el trabajo. Si tengo que dejar algo de lado porque tengo que madrugar y venir a trabajar lo dejo, ya que tengo que llegar descansada. 

¿Qué cosas cambiaron en tu trabajo y qué cambió en vos personalmente?

Yo antes era muy antigua, tomaba a rajatabla todo, y con el tiempo me di cuenta que hay que ser más flexible para tener mejores resultados. Era muy hosca, pero la cosa así no iba, tengo que tratar de entender a todos un poco, todos pensamos diferente. Si hacían algo como no lo hacía yo me parecía que estaba mal, y eso no va, así que aprendí a ver que ellos me podían enseñar a mí. Hoy soy de consultar todo, es una manera de comprometerlos y no dejarlos afuera de la responsabilidad del sector que tengo a cargo. Somos distintos, cada uno tiene su fuerte, y yo me apoyo en eso. También me doy cuenta de que antes era polvorita, ahora los años y los kilos me pesan… (se ríe).

 

Nilda no puede ocultar estar orgullosa de su desempeño. De hecho, destaca que la sucursal donde trabaja hace más de 25 años “siempre fue muy vendedora de carne, será por eso que siempre me miraron con muy buenos ojos”.

En el 2017, Nilda fue seleccionada como una de las Mujeres que Dejan Huellas de  Cencosud, mención otorgada por sus compañeros y jefes a 15 mujeres de la empresa que se destacaron por superación, solidaridad y compromiso. 

Fotos por Guillermo Monteleone