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Nelly Páez -

Productora sustentable, especialista en plantas medicinales del monte Impenetrable, Chaco

destacada Nelly Páez
"De los ancestros aprendimos el valor medicinal de las plantas, tanto de la raíz, de la floración, de la resina, de la madera misma, de la corteza, de la fruta o de la hoja del monte."

Nelly Páez reside y trabaja en el corazón del Impenetrable, en la provincia del Chaco. Es una destacada productora sustentable y una ferviente defensora del equilibrio entre la naturaleza y la vida comunitaria. Su labor incluye el cultivo de hortalizas sin el uso de agroquímicos y la transformación de frutos silvestres del monte en dulces y panificados. Además, se dedica a la cría de animales, promoviendo el uso de plantas medicinales y rescatando el valor proteico de los frutos autóctonos. Nelly elabora artesanalmente sus productos, sin químicos ni conservantes, y destina gran parte de su tiempo a compartir sus conocimientos sobre herboristería nativa en encuentros comunitarios, así como en programas de radio y televisión.

El entorno natural en el que Nelly desarrolla su labor es el famoso monte Impenetrable, una vasta región de bosque nativo en la llanura chaqueña occidental. Este bosque, como su nombre indica, presenta una densa y cerrada cobertura vegetal, con numerosas especies de arbustos espinosos. La escasez de agua es una de las características más notables de la zona, lo que impacta directamente en el trabajo de Nelly. A lo largo de los años, ha sido testigo de cómo la explotación indiscriminada, especialmente la tala de árboles, y los cambios climáticos han afectado la producción tradicional de la materia prima que ofrece la región.

Nelly nació y creció en su querido Impenetrable. Su familia llegó a esta parte de Argentina en 1942, procedente de Santiago del Estero y Salta, y se estableció junto a los pueblos originarios en la laguna de La Botija, un importante reservorio de agua de la zona. Conoce a fondo la geografía y las adversidades del lugar. Antes de dedicarse plenamente a la producción agroecológica, fue docente en escuelas rurales, donde se comprometió a seguir de cerca a sus alumnos para evitar que abandonaran sus estudios.

Desde 2018, Nelly forma parte de la Asociación Civil Feria Franca, que funciona todos los fines de semana en la plaza principal del pueblo de Miraflores. Allí, pequeños agricultores agroecológicos ofrecen sus productos, que incluyen herboristería, mieles, panificados, dulces, escabeches, animales de granja, huevos y gastronomía local. También están presentes artesanos de los pueblos Wichis y Tobas. Desde sus inicios, Nelly ha desempeñado el rol de Secretaria de la Feria, aunque actualmente ha asumido la función de vocera, animando a los más jóvenes a mostrar y explicar sus procesos de cultivo y elaboración de productos.

Es fundamental destacar que Nelly aplica un manejo sustentable de los recursos en la siembra, cosecha y producción de los panes dulces y alfajores que vende. Todo lo que elabora proviene del monte, recolectado con un profundo respeto por la naturaleza. Ella se va al monte varios días de la semana con sus bolsos para realizar una cosecha artesanal. Entre sus productos más destacados se encuentran los alfajores de avena de algarrobo, elaborados con harina integral, y panes dulces saborizados con frutos del monte y endulzados con miel, utilizando levadura casera, huevos frescos y “grasa de vaca del pecho del animal, que es como una manteca”, explica Nelly. Uno de los preparados que más tiempo le lleva es la gelatina de ucle (cactus arborescente), que requiere un largo y cuidadoso proceso de producción. Dado que la cosecha de los dulces es estacional, muchos de ellos deben ser congelados.

Nelly comparte que su forma de vida y trabajo siempre ha estado “integrada a nuestra naturaleza. Estoy enamorada de este Impenetrable porque es una tierra dura, con un clima desafiante; hay que ser valientes para vivir aquí”. En cada una de sus respuestas se percibe una fuerte voluntad de preservar el monte para garantizar la autosuficiencia y el bienestar de las generaciones futuras.

Así define su labor: “Me dedico a hacer producción sustentable, orgánica, porque todo lo que sale del monte es orgánico, libre de contaminación, de hibridación, de mejoramiento genético y de fumigaciones. Lo que yo hago, ya sea la crianza de animales domésticos, como cabras, cerdos y gallinas criollas, o la recolección de frutos comestibles del monte para elaborar dulces, pickles y panificados, no necesita certificación escrita, porque sabemos que es orgánico, sano y puro. Lo traemos directamente del monte a la mesa, al igual que la producción de zapallos, sandías y hortalizas”. 

Sin embargo, las condiciones de producción son realmente difíciles. En sus propias palabras, “hacemos malabarismos para poder producir”. La mayor problemática que enfrentan es la escasez de agua apta para el consumo humano, animal y riego. Aunque cuentan con un acuífero a 300 metros de profundidad, el agua no siempre es apta; a veces es salada, lo que convierte la inversión en la búsqueda de agua en una lotería. 

Nelly relata que muchas veces la gente siembra y no logra cosechar debido a las adversidades climáticas. “El año pasado enfrentamos una sequía de 12 meses. Después de ese tiempo, tuvimos una lluvia de 55 milímetros, pero al mes ya no teníamos más agua, ya que se perdió en la contención y en las grietas del suelo”. 

La historia de Nelly Páez es un testimonio de resiliencia y compromiso con la tierra, un ejemplo de cómo la pasión por la naturaleza y la comunidad puede florecer incluso en las condiciones más adversas.

¿Cuándo tomó conciencia o comenzó a notar que el clima estaba cambiando?

Digamos que tomé conciencia de que esto ya iba cambiando cuando tenía entre 10 y 12 años. Ya empezaron las primeras sequías, pero eran sequías de cuatro meses. Es decir, había lluvias esporádicas, ya iba disminuyendo el milimetraje. Cuando antes anualmente teníamos 600 milímetros en la zona del estiaje, 500, 400 milímetros, eran normal las lluvias de más de 150 milímetros. Y eso alimentaba y mantenía todos los reservorios con agua permanente. Hasta los que tenían pozos a balde, que teníamos a 5, después a 7 metros, después a 13 metros, y después ya cuando se fue el vertedero. Eso lo fui viviendo desde aproximadamente entre los 10 y 12 años, cuando ya empezó ese proceso, ese letargo, vamos a decir, en cuanto a la humedad natural, a todo esto. Y también las heladas dejaron de ser en la época propicia, en la época del frío del invierno. Es como que teníamos helada en mayo y también teníamos helada en septiembre. Es decir, quemaba toda la floración, todos los frutos del monte. Entonces había años que no había fructificación del monte. Y toda esa consecuencia era para la crianza de los animales domésticos. 

¿Qué sucedió con la algarroba, que es uno de los árboles destacados de esta región?

Es justamente nuestro mayor proteico fruto del monte. Es lo más generoso que pueda haber en nuestro monte Impenetrable, es una planta, un árbol de algarroba. Porque desde que nos da la comida, la sombra, también las propiedades medicinales de sus hojas, de las flores, la madera para la cumbrera del rancho, para la mesa, para el banco, tejido a tiendo. Todo era sacar la madera de nuestro algarrobo. Y era una cosa que no se pensaba en la super explotación, sino era utilitario el respeto por el árbol, que nos daba tanto: cobijo, sustento, hogar, nos daba todo. Era el árbol más completo, más generoso de la naturaleza. 

Se desequilibró la naturaleza, pero también tiene que ver, todo está encadenado una cosa con la otra, con la explotación forestal. Cuando vino en el gobierno de facto de Acción Chaqueña, había un militar que gobernó, fue la primera ley de bosque que permitía la explotación de la madera para venta. Antes teníamos el permiso, pero para obrar, cortábamos el bosque, el árbol para la tabla, para la cumbrera del rancho. Teníamos el permiso y el respeto de la gente, del poblador, era ir a decir: yo voy a cortar bosque para mi campo, para hacer mi corral, voy a cortar varas para hacer mi rancho.

Pero después vino esa ley permisiva de la explotación del monte y cada vez se fue profundizando más y hasta que hoy en día ya es terrible. Todo eso, de a cuenta gotas, de a poquito como aportar un grano de arena, todo eso hizo que se acelerara ese cambio climático que nosotros lo escuchábamos que ocurría en otros lugares del mundo y nosotros lo aceleramos con esa inconsciencia de la explotación descontrolada del monte. Porque algunos decían que era por ignorancia, pero yo tomo ignorancia entre comillas, yo digo: porque el árbol no te costó criarlo, para mucha gente que ya estaba en el comercio, en la rentabilidad, ya contaminada por esa mentalidad, no le importó.  La lógica es porque no te costó, porque la naturaleza le dio todo.

¿Cuál es la importancia de la herboristería natural y las propiedades medicinales de las plantas del monte?

Para mí, para nosotros, la gente del monte, los que todavía estamos integrados al monte, es muy importante justamente la perseverancia en el conocimiento, en el consumo de la medicina de herboristería natural. Todos los árboles, las plantas del monte tienen propiedades medicinales. Por supuesto que hay, los menos, que son tóxicos. Está la hierba, que es la buena, la apta y la no buena. Sabemos que puede ser una hoja de quiebradado (planta herbácea antioxidante), por ejemploque es tóxico. Pero eso lo sabemos porque no la come el caballo, no la come la vaca, no la come el burro, no la come la cabra. Entonces ellos tienen una sabiduría innata. No consumen lo que les cae mal, la hoja. Y sin embargo la raíz del quiebradado tiene propiedades medicinales antioxidantes buenísimas, tal es así que la conocen como hierba de la vida, por decirte, una hierba que crece en el monte. Así que eso es como una obligación moral que tenemos, muy que está dentro nuestro, o si se puede decir que está en nuestros genes ya. Viene de los ancestros que aprendimos eso, el valor medicinal de las plantas, tanto de la raíz, de la floración, de la resina, de la madera misma, de la corteza, o de la fruta, o de la hoja del monte.

¿Cómo hace hoy para conservar todo ese conocimiento y saber sobre la herboristeria del monte?

Lo que hago es tratar de tomar muestras de cada planta medicinal y decir esta planta es eficaz para tratar, por ejemplo, una gastritis, usamos la hoja del atamisqui. También puede ser una planta, como el mamón que puede multiplicarse solo o que necesita su pareja, es decir, la hembra y el macho para procrear, para ser el plantín de la atamisqui. O también, por decirte, una enredadera, la doca (planta con frutos comestibles), que es anti-sudoración, para curar la sudoración pasmosa, ceñida de amarilla, con las flores, con la leche de la doca de la enredadera, son cicatrizantes, así como alguien se corta y por ahí automáticamente te pones un hilo de gotita, porque, bueno, entonces cierra rápido superficial. Eso lo hacen como emergencia en un caso de asistencia de primeros auxilios. Y con la leche de doca era para cerrar heridas, por ejemplo, la desinfectaban y limpiándola, lavándola con otro yuyo, poniendo otras cataplasmas y después era eso, el cierre con la leche de doca.

¿Cómo es la logística para transmitir todo este conocimiento? 

Usar los medios. Yo, por ejemplo, para transmitir ese conocimiento uso todos los medios al alcance. Es decir, orales, radiales, televisión, en encuentros, en ferias, en distintas provincias, en distintos lugares. Cuando más es la concentración de la urbe, de la ciudad, mejor para nosotros porque es el campo propicio donde vos vas a ir a volcar tu conocimiento, donde es desconocido totalmente nuestro Impenetrable, el valor del Impenetrable, esa tierra seca, dura. Parece una vida apagada, gris, llena de espinas, pero llegó la primavera, hace meses que no llueve, pero florece, brota, da fruto. Entonces, cómo no te vas a enamorar de una cosa tan perfecta. Y, encima, la inconsciencia de romper ese equilibrio y de destruir ese hábitat de toda una fauna.

¿Qué rol tienen las mujeres en transmitir ese saber?

Sobre todo en las comunidades originarias, todavía está el matriarcado. Es decir, la mujer es la figura. Y no tanto en el criollo, nos cuesta más imponer, porque siempre, como vino de Santiago, de Salta o de Formosa, vino más que nada el patriarcado, que era el machismo que manejaba. El gaucho manejando la familia, con la mirada dura, con la palabra precisa, poco diálogo. Es decir, era el jefe de la familia, el padre de familia. Pero hoy en día es como que nosotras nos hemos dado cuenta que eso se va perdiendo. Si nosotras no difundimos eso, el hombre no lo va a hacer. Nosotras, porque manejamos, somos las responsables del bienestar de la vida, de la familia, de que viva sanamente, con salud, consumiendo esto. Entonces queremos que eso no quede entre nosotros, que se pierda, que nos entierren junto con los conocimientos. Por eso es que nos hemos comprometido en difundir esto.

¿Cómo percibís el rol de la mujer hoy en la ruralidad? 

El cultivo nuestro no es el del mediano productor y del gran productor agropecuario, donde ya es la rentabilidad, y deriva en la hibridación, el mejoramiento genético, no es lo nuestro, que es el cultivo puro, orgánico, sustentable. Y nosotros estamos luchando por esa semilla, por eso nuestra gran importancia como mujer, decimos que somos el horcón del medio (palo vertical que se utiliza para sostener vigas o aleros de tejado en casas rústicas), que es el puntal más importante que sostiene el rancho, sin eso el rancho se vendría abajo, entonces nosotros, digamos que nos sentimos, así como que somos el horcón del medio, con una obligación moral muy grande. En este momento la mujer en la ruralidad avanzó, pero lamentablemente, fue presa del venir de la civilización porque quería que sus hijos estudiaran, es decir, el Estado no te llevó un centro de educación al monte donde vos estás para amalgamar todos los conocimientos, sino te sacó del monte para la ciudad, entonces eso hizo que haya un desconcierto, un desequilibrio, en esa armonía de la mujer defendiendo lo suyo.

¿Qué dirías para concientizar sobre la importancia vital de esta forma de cultivo y cuidado del ambiente? 

Si yo pudiera hablar para concientizar a la gente del monte le diría que aprendan a querer su monte, a no mezquinar, a conservar. Les diría: “mirá: ¿cuántas toneladas pesó ese árbol? Pero fíjate vos que, con 5 kilos de miel, no matás el árbol. ¿Y cuántos colmenares van a llevar el néctar de las flores de algarrobo? Y vas produciendo 5 kilos de miel que vendés en el mercado, miel orgánica, reemplazás lo que a vos te pagaron por el árbol que mataste”. Haría esa comparación. Y a la gente de la ciudad yo les exigiría más respeto por esa producción sustentable orgánica, que valoren el esfuerzo que significa para ese pequeño productor traerle la sandía orgánica pura, el zapallo para su góndola, para el mercado, la naranja, la batata, la zanahoria, la mandioca, la variedad de zapallos que quieran, la fruta, el duraznero, el pomelo, la mermelada de pomelo con pomelo rosado. Que respeten eso y una forma de respetar es que tomen conciencia de que eso es puro, que es orgánico y que tomen conciencia para que compren eso del mercado y no tanto lo que ya viene tratado con agroquímicos. Y a los funcionarios en el gobierno que no creen tantas leyes, apliquen las leyes que están, que son buenísimas, las leyes de conservación, de sustentabilidad, las leyes de agricultura familiar, la ley de nuestros bosques en la provincia del Chaco es la mejor de Latinoamérica, solo que falta voluntad política para aplicarla, para hacerla cumplir, no hace falta aclarar eso, no hace falta que gasten neuronas, agotamiento del cerebro para pensar qué otra ley pueden llevar al Congreso, tengan voluntad política, otro criterio y apliquen esas leyes honestamente.