Micaela es oriunda de General Acha, provincia de La Pampa. Es campeona nacional de malambo femenino, una de las danzas folclóricas típicas de nuestro país. Baila desde los 4 años y desde muy joven ha representado a la Argentina en competencias y presentaciones internacionales. Hoy es bailarina, coreógrafa, disertante, jurado de certámenes y entrenadora a nivel competitivo.
Micaela se consagró como campeona en el 2019, en una competencia de la que participaron talentosas bailarinas de todo el país, exactamente dos por cada una de las provincias de la Argentina, resultantes del pre selectivo a nivel nacional. Este campeonato apenas existe desde el 2018, ya que el malambo era una danza tradicionalmente bailada por hombres.
Ser la campeona de esta danza folclórica le representa una gran oportunidad de visibilidad y crecimiento a Micaela que, a pesar de su juventud tiene un amplio curriculum como bailarina. Sin embargo, reconoce que para los bailarines “es muy difícil vivir de la danza porque somos muchísimos y hay muy poco espacio laboral, no es lo mismo que un cantante que llega más fácil a la gente, entonces es complejo tener una carrera en la danza, hay una gran competencia”.
Micaela es estudiante de la Licenciatura de Folklore en la Universidad Nacional de las Artes (UNA) carrera que va retomar en breve, ya que en pandemia debió poner un alto y luego vino el año de recorrer el país como campeona de malambo; para finalizarla se deberá mudar a Buenos Aires para asistir a la universidad. “Cuando yo fui a estudiar me di cuenta que éramos tantos y para vivir de eso tenía que hacer otra cosa, entonces decidí ser campeona nacional, decidí prepararme para eso, fue también un trabajo muy mental que hice para poder ganar, lo hice en un año, esa oportunidad que me dio el campeonato hoy en día me abre puertas en todo el país”, cuenta esta disciplinada bailarina.
¿En qué se diferencia el malambo de otras danzas folclóricas?
Tradicionalmente es una danza que hacían los hombres en su tiempo y la mujer nunca zapateó o, al menos, nunca se documentó que zapateara. Hoy en día gracias a todos los cambios sociales la mujer puede zapatear, se anima y tiene el espacio para poder mostrarse. Antes las mujeres zapateaban de igual manera, pero como docentes para preparar varones.
¿Cómo llegaste al malambo?
Yo bailo folclore desde los 4 años, mi mamá es profesora de danza y tiene un ballet, entonces empecé a bailar en su academia, y el malambo estaba dentro de su ballet y también dentro de la carrera del profesorado, algunas mudanzas y zapateos me enseñaban pero muy poquito, los que hacían malambo eran los varones, toda la vida. Entonces yo hice malambo para enseñar a otros, o ayudar a los varones del ballet, pero nunca zapateé en un escenario hasta hace poco. Es que no había espacios, no era común ver a una mujer zapatear. Pero en la UNA como nos preparamos para ser docentes nos dan el mismo material a hombres y mujeres para tener las mismas herramientas y ahí fui descubriendo un poco más el malambo y dándome cuenta que me gustaba y me era fácil.
¿Por qué te resultó fácil?
Si bien es una danza muy varonil, a mi me resultaba fácil aprenderla en la universidad, porque ya venía zapateando de muy chica, eran cosas que ya sabía y corporalmente me era muy fácil aprender las nuevas herramientas. Pero sé que es una disciplina muy compleja y, para el que empieza en una edad avanzada, es complicado, pero como yo soy bailarina de toda la vida me es fácil aprender cualquier ritmo. El malambo tiene su técnica y muchos parámetros que hay que respetar al competir.
¿Qué características particulares tiene esta danza folclórica?
Es una danza donde se juega mucho hacer fonética, hacer sonidos musicales, que tengan una armonía, no solo movimientos y golpes, sino que tenga un sonido agradable, y lo que cuesta es tener un oído apto para entender malambo. Hay que entender la música, y sobre esa música poder jugar. Uno puede hacer cosas más simples o más complejas, en las competencias se requiere de cosas complejas por eso es necesario tener habilidad musical. Otra cuestión es el estado físico, porque los malambos duran de 3 a 5 minutos, resistirlos haciendo cosas de potencia es difícil, hay que estar entrenado, saber respirar, tener el cuerpo amoldado a la disciplina, eso se va entrenando y cada vez podés resistir más, sino cuando estás llegando a la mitad de un malambo las piernas no te responden y el cuerpo no desarrolla lo que está planeado. Un zapateo para que se vea bien, para mi si o si, tiene que tener técnica, hay que saber cuándo estirar una pierna o cuándo hay que flexionar para hacer una quebrada, cuál es el movimiento para cada mudanza (son fragmentos cortos que se hacen durante el malambo). Para desarrollar una mudanza hay una serie de movimientos o fonéticas o golpes correctos para un lado y para el otro, con un pie y con el otro de la misma manera.
¿Qué diferencia hay entre zapatear con botas o descalza?
Están las botas fuertes que son las de taco que se usan generalmente para el malambo norteño que se acompaña con guitarra, bombo, bandoneón o violín. Con el malambo sureño se suele usar la bota de potro que es cuero de la pata del caballo, es una bota muy finita, como una media, la usan los hombres. Las mujeres usamos vestuario creado por nosotras, podemos innovar en el vestuario por eso a veces zapateamos descalzas, o con zapatillas que se amoldan al pie y podemos lucirnos. En mi caso yo zapateo descalza porque me resulta más cómodo y porque el personaje que hago es de mucha conexión con la tierra, entonces me parece interesante poder conectar desde el piso. Para que suene cuando competimos o hacemos un espectáculo pedimos que sea en escenarios de madera porque uno no se lastima, nos cuidamos mejor, y tiene el sonido que genera la madera, se aprecian las fonéticas que damos a las mudanzas, no es lo mismo zapatear en un piso de baldosa. Entonces la energía que uno le da al golpe hace que se genere el sonido.
¿Por qué elegiste representar con tu danza con traje de mujer ranquel?
Como soy de La Pampa a los que más conozco son a los pueblos ranqueles, hoy en día los atuendos que usan son como más normales: ponchos o vestiditos negros con camisa blanca y arriba los collares sagrados, y para mi no era tan estético al momento de competir entonces intente buscar otras maneras de vestirse más antiguas, lo que hice fue diseñar mi propio vestuario, diseñé un vestido beige, color tierra, era más acorde, fue más una creación mía inspirada en los pueblos ranqueles pero adecuada a un escenario.
¿Entonces sos una artista integral: bailás, hacés las coreografías y también el vestuario?
Es lo que pasa con la mayoría de los bailarines, editamos nuestra propia música, buscamos nuestro propio vestuario, o lo hacemos incluso nosotros, si tenemos que diseñar las luces del escenario lo hacemos, armamos la coreografía, nos sacamos las fotos para publicitarnos, hacemos todo.
¿Cómo te preparás para un concurso de danza?
Si vas a competir requiere muchísimo más esfuerzo porque tenés que ser el mejor, entonces hay que mejorar la alimentación, hay que aprender cuál es la comida saludable y cuál me aporta energía para poder estar todo el día bailando, o salir a correr o entrenar, depende del estado físico que cada uno tenga y lo que necesite para adaptarse al malambo, yo era bailarina activa, así que estaba en movimiento todo el día.
Y ¿cómo fue toda esa preparación mental que ya comentaste?
Para mí era muy importante ganar el campeonato, era importante creerme campeona, yo no iba a probar suerte, yo iba a ganar, esa era mi meta, mi objetivo. Toda mi mentalidad estaba en que yo era campeona, incluso llegue hacer un tablero de visualización, un cartel donde ponía las cosas más importantes, cosas que tenían que ver con mi sueño, verlo todos los días y manifestarlo, tenía que trabajarlo todo el tiempo para convencerme de que yo que lo podía lograr. A veces uno tiene altibajos, te pasan cosas, querés abandonar, pero esa mentalidad me ayudó muchísimo en ese tiempo. Cuando fui a competir, como mi personaje es muy de la tierra y tiene conexión con la naturaleza, lo que hago es llevar tierra y yuyitos de mi provincia en un frasquito, que los pongo en mi vestuario p. Para mí siempre está La Pampa conmigo cuando hago una presentación. Agradezco al universo, creo en eso y en la energía. Cuando fui a competir, iba a ganar, pero no importaba si no lo hacía, porque ya había ganado en el sentido de todo lo que había superado de mi misma, lo que yo quería hacer cuando subía al escenario es que el público que estuviera ahí se fuera transformado un poquito gracias a mi presentación. Esa era la idea, con eso ya ganaba. Y con muchísimo respeto a la tierra y a los pueblos originarios porque yo los estaba representando.
¿Sentís que lo lograste?
Si, cuando bajé del escenario sentí que había bajado totalmente vacía porque había entregado todo lo que tenía, me sentí muy feliz y mucha gente de pueblos originarios me escribieron, me mandaron saludos y me regalaron palabras en su idioma para agradecerme por reivindicarlos.
¿Cómo es hoy tu día de trabajo?
Por lo general estoy muy poco en mi casa, casi todos los fines de semana viajo a alguna provincia por presentaciones o a dar clases en alguna escuela, en esos casos trabajo todo el día, hay que aprovechar el tiempo. En La Pampa tengo alumnos que se están preparando para competir para el selectivo de la provincia, soy entrenadora y coreógrafa, me lleva mucho tiempo la planificación, buscar ideas y buscar la música para todos los grupos.
¿Qué proyectos tenés para el futuro?
Volver a competir, en otros rubros, por ejemplo “dúo de malambo” o “paisana nacional”. Además tengo en proceso mi propia marca de indumentaria y accesorios para bailarines.
Micaela reconoce que es una gran ventaja que la conozca tanta gente. Dice con orgullo que es de las “poquísimas mujeres que tienen un espacio laboral en la danza, más en las folclóricas”. Por eso trabaja y potencia su profesión en las redes sociales para ampliar esa visibilidad que le permite proyectar su carrera y “llegar a espacios que no sean solamente los folclóricos, porque a veces el folclore está visto como algo aburrido o viejo”, dice con la intención de acercar nuevos públicos a estos ámbitos artísticos tan valiosos para la identidad nacional.