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María Gabriela Tomassoni -

Obrera de la construcción

destacada María Gabriela Tomassoni
"Amo construir y arreglar cosas, se puede decir que soy una obrera de la construcción"

Maga ingresó en el mundo profesional de la construcción y remodelación de casas de manera autodidacta luego de pasar por una fuerte depresión de la que salió realizando trabajos manuales. Hoy se desempeña prestando servicios de lo más variados para remodelar distintos ambientes de un hogar. Pero sobre todo lleva adelante una labor de enseñanza, a través de las redes sociales, de múltiples arreglos que se precisan en una casa o departamento, así como mantenimientos básicos y otros más complicados. Maga señala que “comenzó como una terapia” y aclara que no es maestra mayor de obra sino que se fue formando en la experiencia. 

 

En  2018 arrancó con @mamacontruye y ya cuenta con casi 40 mil seguidores en Instagram, allí postea casi todos los trabajos que realiza con las explicaciones pertinentes para cada procedimiento, también tiene tutoriales sobre el uso de herramientas, además responde consultas y por supuesto realiza proyectos a pedido de los clientes.

Antes de meterse de lleno en la construcción, arreglos y remodelación de casas y ambientes trabajó durante muchos años de periodista, fue correctora y editora, escribía sobre tecnología, informática y negocios digitales. Paralelamente tenía un blog sobre maternidad, lo hacía por placer para contar las cosas que le pasaban a diario con sus hijos. 

¿Qué pasó en tu vida para ingresar en un mundo laboral tan diferente a lo que hacías antes?

En 2007 escribía en mi blog El club de la mala madre que comenzó a crecer exponencialmente, y encontré muchas madres que pensaban como yo. Mi blog empezó a hacer comunidad, era todo nuevo en ese momento. En el 2012 Disney me convocó para ser parte de un proyecto:  Disney Babble, era la primera vez que Disney le hablaba a los padres, busco a lo largo de Latinoamérica diferentes blogueras de maternidad para que fueran parte de esa plataforma. Durante 5 años trabajé para ellos, fue un tiempo de mucha exposición y de muchos seguidores, esa movida trajo aparejado que me convirtiera en influencer y generara contenido para muchas marcas, cuando la palabra influencer apenas existía. Escribía para 5 revistas en varios idiomas, más el blog , más el foro de maternidad con 300 mil madres a lo largo del mundo, más viajes por trabajo, más familia hasta que llegó un momento que el estrés fue muy fuerte y para poder cumplir con todo fue demasiado el esfuerzo hasta sufrir un burnout. El cerebro se me apagó, me sentaba delante de una computadora y no podía escribir ni dos palabras. Así que no poder escribir me empezó a frustrar y me empecé a encerrar, deje de ir a la oficina, cancelaba trabajos con clientes y revistas, hasta que me quedé apagada y sola, tuve una depresión muy importante, primero no salía de mi casa y después de la cama. Y como tenía que salir de alguna manera empecé como terapia a remodelar y arreglar cosas y cuando terminé de remodelar mi cocina una amiga me dijo “esto que hiciste quiero que lo hagas en la mía” y dije “dale” y de ahí me llamó una amiga de mi amiga y cuando me di cuenta tenía mi emprendimiento. Estaba trabajando en algo diferente que me hacía feliz, y hacía que yo tuviera ganas de despertarme cada día y de salir de la cama y hacer lo que había dejado sin terminar el día anterior. 

¿Qué significó esta nueva actividad en tu vida?

La construcción, la remodelación fue el motor que hizo que yo me levantara de esa depresión. Cambié mi vida, había cerrado mis redes sociales y lo que hice fue empezar a subir las cosas que yo hacía en las nuevas redes sociales de @mamaconstruye, porque lo que hice fue construir una vida nueva a partir de esto y empecé a compartir lo que hacía para explicarle a las mujeres que todas podemos hacer, sin importar cuál es tu formación o lo que hagas en tu vida,  si de verdad querés hacerlo podés. Y como yo venía de trabajar en el mercado de mujeres donde siempre se habla de recuperación, de resiliencia y de esfuerzo me pareció que era una buena idea que fueramos independientes en esto también, y en lugar de quejarnos de que hace 3 meses gotea la canilla y tu marido no se ocupa y lo arregla, pudieras hacerlo por vos misma, si tenés la guía y el apoyo y te dicen cómo y te alientan podés hacerlo. 

 

¿Cómo te capacitás o formás para encarar este oficio?

Hice un curso muy largo que fue aprender a lo largo de la vida un montón de cosas que uno no sabe cuándo y cómo lo vas a utilizar. Yo viví en obra durante 20 años, todas las reformas de la casa las hacíamos nosotros, a la par de mis papás y de mis abuelos trabajaba en la casa, mojaba ladrillos, centraba arena, preparaba bastones, ponía ventanas, cambiaba persianas o cueritos. Siempre fui muy curiosa, y me casé con un tipo que sabe hacer de todo, y cada vez que nos mudamos todo lo hicimos nosotros: pintar, cambiar pisos, sacar alfombra y poner piso flotante. Fuimos aprendiendo los procesos de cada cosa que teníamos que hacer porque tenemos la filosofía que si lo podemos hacer nosotros no vamos a pagar a otro que lo haga.

 

¿Sos autodidacta? 

Prefiero hacer un curso de reparación de lavarropas que tener que llamar a alguien que lo arregle. Siempre estoy capacitandome en todas las cosas que me interesan, lo sigo haciendo porque el trabajo es cada vez más sencillo porque la tecnología llegó a todos lados, entonces tomo capacitaciones de técnicas, de materiales, para poder saber cómo hacerlo y llevarlo a la práctica de manera profesional, y lo que no se lo aprendo, y si hay una herramienta nueva me la compró, la usó y después enseñó a usarla, que es lo más interesante de  @mamaconstruye, poder compartir esas cosas que uno aprende con otra gente. Creo que el conocimiento no es nada sino se comparte.

 

¿Podemos decir que no sos solo una prestadora de servicios? 

La idea nunca fue prestar un servicio como método de vida, después de las cosas que pasé a lo largo de la vida me di cuenta de que lo que yo quería era compartir, y muchas veces pude  enseñar o trabajar con otros,  o pude hacer algo para otro sin esperar nada a cambio. Con @mamacontruye estuve ayudando a otras mujeres que estaban en situación de vulnerabilidad o en situación de violencia de género o económica a poder tener sus propios emprendimientos y sus propios oficios, y a poder ganar plata sin tener que abandonar sus maternidades. Porque lo más difícil de los dos mundos de la mujer:  el trabajo y la maternidad, es poder tener el tiempo para ganar la guita que uno necesita para  mantener a tus hijos y tener el tiempo de calidad para maternar y me di cuenta que los oficios de la construcción te permiten ese tipo de dualidad. Manejar tus propios tiempos y ganar muy buena plata. La idea de ser plomero, gasista o albañil es poder dejar a los chicos en el colegio, manejar tus horarios, ir hacer ese laburo y a las 3 o 4 de la tarde cortar y buscar los chicos al cole, tomar la leche con ellos, compartir las tareas.

 

¿Quiénes te contratan más, mujeres u hombres? ¿Hay prejuicios?

Al principio eran mujeres, y los maridos les decían “cómo vas a llamar a una mina”, no venían a encararme a mi directamente, pero usaban a la mujeres de puente con preguntas para que me hagan de cómo iba hacer cada trabajo y comprobar que el trabajo lo iba hacer bien. Es típicamente machista creer que una mujer no puede hacer el mismo trabajo que un hombre pero yo me crié en una familia donde el género nunca fue un condicionante, una familia de mujeres fuertes, mi abuela llevó adelante la administración de los negocios de mi abuelo, mi tía fue directora de multinacionales desde los años 60 y mi mamá es comisario. No me crié con el mandato de ser ama de casa y mamá. Si bien me casé muy joven pero porque ese fue el proyecto que elegí y sin embargo, nunca dejé de ser independiente, porque desde el momento que mi marido me conoció supo que  no iba a dejar de trabajar nunca aunque tuviera hijos. Mi vida siempre fue eso: si querés podés, siempre pude. Considero que todas podemos, si tenemos el apoyo, la ayuda, la guía y las herramientas y un poco mi proyecto de vida se convirtió en eso, en ayudar a que otras pudieran.

 

¿Cuáles fueron tus proyectos más difíciles y desafiantes?

Cualquier proyecto que me saca de mi zona de confort es un proyecto desafiante, y los desafíos son los que más me gustan. Así que si alguien me propone algo lo que hago primero es avisar: “este trabajo me excede, pero si me das un tiempo me preparo para eso y lo llevamos adelante”. Por ejemplo aprendí hacer estuco veneciano, es un revestimiento que se hace en la pared a mano desde el 1500, ahora se puso de moda, y también me pasa que si tengo que cambiar un techo me junto con gente que si sabe y aprendo. 

 

¿Cuáles son los trabajos que no te gusta hacer? 

No hago obras nuevas, yo hago remodelación, y no hago laburos que no me gustan, elijo lo que hago porque me di cuenta a lo largo del aprendizaje de los años que para ser feliz uno tiene que hacer lo que te hace feliz y como yo ya fui muy infeliz me propuse que ahora que tengo 50 y ya pasó toda la locura y mis hijos ya no son chiquitos y no me necesitan tanto yo puedo hacer lo que quiero cuándo quiero y cómo quiero. Si veo que un proyecto no me gusta, me va a resultar tedioso o monótono,  prefiero pasarlo y esperar al siguiente proyecto.

 

¿Cómo llegaste a la etapa en la que podés darte ese lujo? 

Es que las redes sociales son una fuente inagotable. Cuando te exponés como lo hago yo en las redes la gente tiene más posibilidad de visualizar lo que hacés, entonces también me llegan proyectos loquisimos, pero soy muy honesta no me voy a meter en nada para lo cual no estoy capacitada. Hay que tener la humildad de decir este proyecto me excede o no lo puedo hacer o no lo se hacer. Pero también me pasa que no me quedo en el “no se hacerlo” salgo a buscar cómo se hace, me generaste la necesidad de ver cómo hacer eso y así he aprendido de todo. Hoy puedo soldar, usar herramientas de carpintería dura, usar un arenador, cosas que no se te ocurrirían en la vida. 

 

¿Cómo hacés con la protección en el momento de trabajar y cómo cuidás tu salud en un trabajo que exige mucho desgaste del cuerpo?

Uso ropa de trabajo, zapatos con puntera de seguridad, todos los elementos de protección, guantes, gafas de de seguridad, casco, rodilleras, es cierto que los oficios de la construcción desgastan muchísimo, pero la realidad es que la tecnología ha ayudado mucho, con los elementos de seguridad, fajas que mejoran las posturas, elevadores para no tener que cargar, carritos para trasladar las bolsas de cemento sin cargarlas al hombro como se hacía antes,  pero hay que invertir en esos elementos, que hacen que todo sea mejor.

 

¿Qué considerás que es lo más difícil de tu trabajo? 

Es interpretar qué es lo que el cliente quiere y lograrlo, tiene que ver con la charla previa, respetar lo que busca, yo uso la frase: “vos me das la casa que tenés y yo te devuelvo la que querés”. Lo más difícil es hacerle entender al otro qué es lo que vos ves en ese lugar para que cambie, sobre todo porque yo no les hago un plano, pero lo que logro con mi forma de ser es que confíen que eso que te estoy diciendo va a terminar siendo eso que vos querías.

 

¿Encontrás diferencias entre una mujer y un hombre que ejerce tu labor?

Creo que los detalles, las mujeres en general somos las que más vivimos las casas, las que terminamos usando más cada ambiente, y sabemos cómo queremos y dónde queremos las cosas, sabemos qué cosas están mal. Y la mujer se toma un tiempo diferente para hacer un trabajo y le pone su amor y su cariño a lo que está haciendo. 

 

¿Cuáles son las satisfacciones más grandes de este trabajo? 

A mi me gusta mucho romper todo, por ejemplo al hacer un reforma de baño, nada me da más placer que sacar todo, y una vez que saqué todo digo: ¿y ahora? Hacer todo lo que haya que hacer para que este baño esté presentable, disfruto mucho del proceso de hacer, pero más de romper! También es impagable el momento en que terminaste el trabajo y te parás enfrente y decís “no puedo creer que esto lo hice yo”. 

Maga cuenta que conoció a mucha gente dentro del sector porque la han invitado a varios eventos, incluso junto al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, cada 3 o 4 meses participa de capacitaciones a mujeres en varias técnicas de construcción. Otro proyecto que destaca fue el Hackathon realizado con ONU Mujeres y una compañía cementera de Córdoba para pensar cómo las mujeres se podían integrar en la construcción.  “Estos encuentros me permiten amplificar el mensaje sin querer me volví a meter en el mundo del que había salido, pero con otra impronta,  y ahora el próximo objetivo es salir de la obra y dedicarme a capacitar a otras mujeres para que puedan hacer de la construcción sus propios emprendimientos”. 

El próximo paso laboral para Maga es lograr poner en marcha una casa real llamada Mama Construye, donde enseñar todos los arreglos que requiere un hogar en una casa de verdad, en vivo y en directo con problemas de verdad, “como una casa-taller para aprender a hacer haciendo”, explica. Para Maga “hasta que no agarrás la herramienta en la mano y no experimentás no aprendés, por eso quiero tener un lugar físico para poder hacerlo”.

Fotos por Guillermo Monteleone