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Lucía Merle -

Reportera gráfica

destacada Lucía Merle
"Primero soy periodista, en lugar de escribir cuento con imágenes"

Lucía es fotoperiodista o reportera gráfica, comunica a través de sus fotos los principales acontecimientos sociales, políticos, policiales y deportivos de nuestro país para uno de los diarios más importantes de Argentina.

Lucía hizo el camino inverso esperado para cualquier reportero gráfico ya que comenzó, hace 19 años, como editora de fotografía en uno de los diarios nacionales más leídos y de mayor tirada. Entró para hacer un reemplazo de verano como editora de los suplementos del diario, luego de 3 meses le ofrecieron editar la revista del medio y de allí la convocaron para los suplementos zonales. Se desempeñó como editora de 3 suplementos barriales, que en esa época eran tan grandes como el diario: llegaban a tener 100 páginas.

Luego pasó a editar la sección de información general del medio y allí fue cuando sintió la necesidad de salir a la calle a fotografiar. “Como editora sentía que ya tenía un recorrido, así que fui saliendo gradualmente”. Recuerda que su “bautismo” fue una nota policial: “fui la primera en llegar y me encontré con un cuerpo muerto en el piso, estaba muy nerviosa, nunca antes había visto una persona muerta por un balazo, empecé a temblar muchísimo y las fotos me salían movidas … con el tiempo vas procesando estos casos de otra forma pero no quiere decir que no te afecte lo que ves”. Cuenta Lucia que es necesario desprenderse un poco de lo que sucede para poder ser profesional en el momento de la acción.

Lucía resume su trabajo con la siguiente frase: “cuento los acontecimientos con imágenes”. Para llegar a desarrollar con profesionalidad y responsabilidad esta tarea hay una experiencia y formación detrás. Estudió fotoperiodismo en el Taller Escuela Agencia (TEA) siendo parte de la primera camada recibida de esa carrera, también estudió Psicología y Letras en la Universidad de Buenos Aires, y está constantemente capacitándose en fotografía con cursos, talleres, así como nutriéndose de otras miradas culturales provenientes del cine o la literatura.

“En su esencia el fotoperiodista es curioso, siempre está queriendo saber más, conocer y aprender”, devela Lucia. Parte esencial de su trabajo es estar siempre informada por eso comienza su día escuchando radio. Antes de llegar a la nota tiene la información básica sobre lo que está pasando. En ese sentido cuenta que siempre habla con la gente que está en el lugar: “considero fundamental ver y conocer el contexto, así como hablar con el periodista para saber qué enfoque le va a dar a la nota que voy a fotografiar”.

Asimismo, Lucía se basa en su intuición al momento de moverse en las coberturas. “Aprendí a escucharme y respeto mis presentimientos porque así me fue bien. Mi instinto me indica dónde me tengo que parar, si tengo que moverme del lugar, si tengo que subir a alguna parte hacer la foto, también si está en riesgo mi integridad física”. Ella cree que “no hay ninguna foto que valga tu vida” y “uno puede contar sin exponerse, hay que saber moverse, estar muy atento, la experiencia es fundamental, sin embargo, hay que tener mucho cuidado”. Según explica hay medidas y trucos para salir ileso de situaciones difíciles pero es necesario aprender a cuidarse porque en todo caso “si lográs unas fotos buenísimas y te pasa algo nunca llegarán a publicarse”. Lo dice con la experiencia de haber pasado por momentos peligrosos cubriendo notas en canchas de fútbol, el último terremoto en Chile o en manifestaciones.

Es así que la exigencia física del oficio no es una cuestión menor. El equipo que carga a diario pesa 14 kilos, consiste en un cuerpo de cámara, dos lentes, un flash y cuando cubre deportes o manifestaciones lleva un lente largo.

Para eso Lucia se entrena varias veces por semana en el gimnasio y asiste al kinesiólogo con frecuencia ya que los problemas de espalda son un mal muy común entre los reporteros gráficos. Está claro que precisa fuerza y resistencia física para llevar colgado su equipo muchas horas y soportar las inclemencias del tiempo según la estación. Además, muchas veces le toca correr para lograr el objetivo fotográfico.

“Te tiene que gustar mucho lo que haces para poder sobrevivir en la calle”, dice Lucía, que como comunicadora sabe que tiene una gran responsabilidad social sumamente amplificada por un medio de gran alcance. A cada cobertura le pone su mirada sin descuidar las reglas del fotoperiodismo: “debemos concentrar en una imagen la mayor cantidad de información posible, que se entienda y para eso uno tiene que saber lo que quiere contar”.

Su labor la lleva a tomar decisiones en cuanto al lenguaje de la foto, eso implica decidir qué lente va usar, qué va a dejar en luz y qué en sombra, qué va a resaltar. “La mirada está limitada por ese encuadre de la realidad y ese punto de vista”, explica. Pero la elección más importante es qué mostrar y qué no mostrar. “Por eso todos tenemos miradas distintas aunque estemos en un mismo lugar, las fotos nunca son iguales y van a contar cosas diferentes”, resume.

Actualmente Lucia es la única mujer en la calle cubriendo noticias de un staff de 15 reporteros gráficos, con respecto al género no cree que la mirada sea determinada por la sexualidad de las personas. “Creo que es algo que se construye más allá de si sos varón, mujer, gay o lesbiana, tiene que ver con los conocimientos que vas incorporando. No creo que la mirada de la mujer sea más sensible, esos son estereotipos”.

En cambio destaca como primordial la mirada con perspectiva de género, para eso Lucía se viene capacitando fuertemente. Esto la obligó a repensarse y a reflexionar sobre su propia mirada del mundo y cómo la lleva a sus fotos. Si bien en el diario tienen una editora de género le parecería espectacular que exista la figura de una editora fotográfica de género.

En relación con este tema cuenta que una de las notas más desafiantes que le tocó cubrir en los últimos tiempos fue un fotoreportaje a una nena transgénero (Luana, la primera en obtener su documento con su identidad de género autopercibida sin intervención judicial). “Esa nota fue difícil, la mamá había accedido a las fotos pero había que preservar la identidad de la menor, no mostrar la cara. Acepté porque me parecía lo correcto. Fue un desafío enorme, no conocía la existencia de estos niñez, me informé un montón, leí libros, miré documentales y busqué material visual de otros colegas sobre el tema”. Finalmente, el trabajo publicado fue tapa de la revista del medio y tuvo mucha repercusión.

“Eso es lo que más me gusta de mi trabajo: cuando las cosas salen bien. Sé que tengo una visibilidad enorme gracias a este medio y mi gran aporte es abordar una noticia con respeto, con perspectiva de género y con cuidado por las personas entrevistadas. Esas cosas trascienden y además son de esas notas que a mí me cambiaron como persona”, detalla sobre la experiencia.

Hoy Lucía cubre para todas las secciones, pero cuenta que le interesa particularmente los temas de género, del colectivo LGTBIQ y los deportes femeninos. También le encanta cubrir política, ha sido testigo de momentos históricos en todos estos años. Si bien cubrió dos mundiales de Rugby aspira a que en alguna ocasión la envíen a fotografiar un mundial de fútbol.

Inquieta por naturaleza esta reportera gráfica confirma que su profesión requiere audacia, responsabilidad social y estar alerta a lo que sucede alrededor. En definitiva, como bien dice: “Los fotógrafos estamos siempre al acecho”.