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Graciela Tapia -

Mediadora especialista en diálogo y procesos de paz

destacada Graciela Tapia
"Las mujeres jugamos roles de constructoras de paz todo el tiempo"

Graciela Tapia es abogada, pionera en la mediación en Argentina, cuenta con 25 años de experiencia nacional e internacional en capacitación y práctica en prevención y gestión de conflictos. Es especialista en diseñar y conducir procesos de diálogo, negociación mediación y construcción de paz, así como el abordaje de conflictos socio-ambientales. Es consultora de organismos internacionales como UE, ONU, BID, BM, OIT, OEA y Centro Carter, entre otros, también asesoró a los Gobiernos de Suiza y Suecia.

Graciela se recibió de abogada y trabajó 10 años en la profesión pero nunca se sintió muy cómoda con la confrontación, hasta que descubrió la mediación para resolver todo tipo de conflictos. Recuerda que “tuve la suerte de trabajar con camaristas que fueron pioneras en traer la mediación a la Argentina y de conocer a uno de mis mentores, el antropólogo William Ury, ese fue un cambio brutal de paradigma de cómo abordar los conflictos”. Es así que pasó de la lógica de ganarle al otro a conocer la “negociación colaborativa, dónde ganan las dos partes”, describe Graciela como un hito en su carrera.

En 1994 se convierte en integrante del primer cuerpo de 10 mediadores en Argentina. Y en 1998 crea la fundación Cambio Democrático, de la cual hoy es su presidenta honoraria. Desde entonces no paró de capacitarse en un tema que resultaba innovador para el momento, y de trabajar en mediación de conflictos de todo tipo. “Al principio eran conflictos personales, familiares, luego se desarrolló la mediación comunitaria y con la fundación de Cambio Democrático empezamos a llevar esos mecanismos a lo que llamamos la segunda generación de resolución de conflictos, significa aplicar los mecanismos de negociación colaborativa a conflictos más complejos, por los temas, por la multiplicidad de actores y de intereses involucrados que requieren diseños mucho más sofisticados”, explica Graciela.

En 2012 fue seleccionada para integrar el Equipo global de expertos de la Unidad de Soporte a la Mediación del Departamento de Asuntos Políticos de la ONU, para el apoyo a países en conflicto y post conflicto y misiones especiales del Secretario General.

Desde esa posición y hasta el presente trabajó en diferentes países y casos. En Colombia prestando apoyo al proceso de paz y a la Mesa de Interlocución con la Cumbre Étnica y Campesina; en Chile en el marco de Gobierno y líderes indígenas en el marco de la implementación del convenio 169 OIT, en la crisis política en la frontera de Kyrgyzstan y Tayikinstan con líderes islámicos religiosos locales; en Perú y otros países de la región en situaciones de crisis ambientales y sanitarias enmarcadas en conflictos entre industrias extractivas y comunidades indígenas.

Además se desempeñó como entrenadora, facilitadora y mediadora entre actores sociales, políticos, empresarios, religiosos, mujeres e indígenas en varias distintas regiones de Latinoamérica, Asia Menor, los Balcanes y Kosovo.

Actualmente es consultora de PNUD en el Programa Gobernanza Ambiental en Recursos Naturales.

Sobre la mediación específicamente Graciela cuenta que es “una práctica, vos podés estudiar mecánica pero si querés andar en bicicleta te tenés que subir, esta profesión es una práctica no alcanza con toda la teoría, es una manera diferente de ver el mundo, porque empieza desde lo más pequeño que es cómo nos comunicamos”.

Y reconoce que “nadie nos enseña a comunicarnos de manera constructiva, uno puede ser duro con el problema pero suave con la persona, no hace falta pelearse para lograr lo que uno quiere”.

La esencia del trabajo de Graciela es lidiar y persuadir a muchas personas bien distintas en un conflicto. “Te encontrás con actores muy asimétricos, con una gran diferencia de poder entre ellos, entonces si vas a ayudar a las personas a negociar tenés el riesgo de que los acuerdo no sean justos y por ende no se cumplan, por eso ponemos el foco no sólo en los derechos sino también en las necesidades e intereses y en tratar de identificar cuáles son los terrenos comunes, aunque no siempre existen, a veces no están dadas las condiciones y entonces hay que trabajar mucho en generarlas”, cuenta los pormenores de trabajar en una mediación.

Muy experimentada en la negociación Graciela parte de una noción básica ante cada conflicto a resolver: el conflicto no es bueno ni malo. También valora el trabajo en equipo, cuestión fundamental para el buen desarrollo de los procesos.

Señala como una de las experiencias más interesantes y desafiantes que le tocó un caso en un pueblo muy pequeño de Misiones llamado San Pedro. “Fue una mediación ambiental, había unas especies de araucarias centenarias en peligro porque los pobladores habían empezado a talar sin cuidado del medio ambiente ya que generaban riesgos en la comunidad y ponían en peligro la vida de la gente porque caían sobre sus casas con las tormentas. Finalmente lograron un acuerdo tan interesante que pasó a ser un decreto”, recuerda.

Una de las misiones que más la impresionó fue en la Selva Amazónica peruana. “Fuimos a apoyar a la oficina de ONU en Perú a un dialogo en una emergencia sanitaria y ambiental por derrame de petróleo, con comunidades indígenas aisladas, vimos situaciones que nadie conoce hasta que son crisis humanitarias, fue muy fuerte”, cuenta.

Graciela también se sintió muy movilizada durante el 2012 en Kyrgyzstan donde compartió diálogos con líderes islámicos. Señala que fue un gran desafío “yo no me podía sentar a la mesa con ellos por el hecho de ser mujer, sentí que las pocas mujeres que me acompañaron ahí generaron una visión muy interesante desde sus roles y con sus limitaciones pudieron ser referentes de procesos de paz y lo que más me impresionó es que estos líderes, que venían de clanes diferentes, terminaran confiando en mujeres, logramos generar alguna conexión profunda, a veces de dimensiones que no son las del habla”, reflexiona Graciela.

En esa misión se preguntó porque la mandaban a ella ahí siendo mujer y de un país católico de Sur América. “Pero por eso mismo era tan lejana que no resultaba una amenaza”, confiesa.

Por supuesto que toda esta experiencia y saber Graciela también lo pudo volcar en la docencia, fue profesora adjunta e invitada de diversas instituciones Académicas: American University y George Mason University en Washington DC, Universidad Javeriana en Colombia; UCA Chile, UBA, Argentina.

Graciela es una apasionada de su trabajo: “me gusta estar en los momentos donde la gente hace una transformación, lo ves muchas veces en sus ojos, que quizás no es el momento de la firma del acuerdo alcanzado”, y añade para explicar la importancia de esta visión: “si un acuerdo se da sin transformación interna no va. Cuando percibo que hay una verdadera transformación en la gente siento que estoy poniendo un granito de arena”.

Fotos por Mauro Roll